jueves, octubre 13, 2005

Cosa e'mandinga

Aquí tres historias con celulares. Saquen sus conclusiones.

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Esperando en la estación Belgrano del tren que va de Tigre a Retiro vuelvo a escuchar el ya familiar timbre que anuncia una demora de diez minutos. Cuando finalmente llega y luego de que diez personas, cual buitres, se amontonaran en las puertas como si el destino del viaje fuera la Felicidad, me subo.

Pero el tren no arranca. Y unas luces empiezan a parpadear. Y se escucha un ruido de explosión, y algunas personas se bajan. Me bajo también y veo que sale humo del vagón de adelante. Un señor de la empresa pasa por los vagones anunciando fuego, y por favor bájense todos. Y el espectáculo empieza: a mi alrededor, 8 de cada diez personas se aferran a sus celulares, llaman a sus jefes, a sus amigos, a sus novias, anunciando que hubo un problema en el tren y que iban a demorarse un rato. Y quédense tranquilos, que ya voy para allá. Una señorita mete su cabeza entre unas rejas para hablar, porque el sonido de las demás personas no la deja.

Como si por culpa de una avería en el tren los fueran a acribillar a balazos por llegar 10 minutos tarde. Como si no pudieran contarlo en persona, mientras encienden sus computadoras, mientras dejan el abrigo en la silla, mientras preparan el mate.

***

En el noticiero se ve un incendio en el concejo de Córdoba. Se ve cómo llegan los bomberos y se llevan a los heridos. Un hombre explica lo ya harto conocido, que algunas cosas se queman y largan gases tóxicos, que es lo que produce la asfixia. Y en la siguiente escena se ve a un bombero apurando a una persona salir del desastre... ¡mientras ésta habla por celular! Seguro para avisar a sus amigos del desastre que acaba de ocurrir. Seguro porque va a llegar 10 minutos tarde a vaya uno saber dónde. Porque avisar es más importante que salvarse uno mismo.

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"¿Hola? Sí, acá estoy, en el colectivo... Yendo para allá... Un beso, chau."

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió:

Como toda persona prisionera de la necesidad de contar con un dispositivo de comunicación móvil, debo admitir que me fascina la gente que no tiene celular. Podría ahondar en los motivos de mi dependencia y explayarme en un interminable alegato de por qué estoy a favor de su uso masivo y desenfrenado pero voy a dejarlo para mas adelante. Me resulta increíble como cambia una misma situación por el mero hecho de contar con un medio de comunicación aferrado a tu cintura o sumergido en alguna cartera o bolso. Parece que ahora no tener celular es símbolo de algo que se asemeja a un no fumador encerrado dentro de una pipa. El no tener celular parece de alguna extraña forma “no estar contaminado”, no ser uno mas en la orquesta de ringtones y otros tantos terroristas de espacios antes tranquilos como teatros, cines o hasta baños! (joder, que uno ni siquiera puede leer el diario que le dieron gratis en el subte tranquilo que ya tiene que escucharse esa musiquita “piri pip pip”, que martirio! Hasta en el baño!).

Lo cierto que todas estas críticas tienen que ver con el mal uso de las posibilidades que brinda el dispositivo y no del medio en sí. Es decir, a nadie se le ocurre criticar la existencia del teléfono fijo porque suena en medio de la resolución de tan apasionante serie de TV. Todo el mundo sabe que aquel aparatejo tiene la posibilidad de disminuir el timbre de su campanilla o incluso desconectarse del todo para contar con la ausencia total de interrupciones (incluso hay algo que se denomina contestador automático, pero escapa a este punto). Nadie que yo haya conocido critica el hecho de la molestia que implica el medio utilizado para notificar que alguien desea comunicarse con nosotros en contraposición al beneficio que redunda el hecho de estar comunicado ante una emergencia o coordinar la salida de hoy. Y a esto apunto. Tal vez la introducción de esta posibilidad en la historia del hombre fue demasiado rápido (aunque desconozco cuanto tiempo le tomó a mi abuela tolerar las molestias del teléfono fijo en sus horarios de siesta a cambio del beneficio de llamar al delivery cuando se da cuenta que esta muy cansada para cocinar). A veces me planteo si hubiese sido posible una evolución como la del automóvil, que pasó de aquellas carretas con motores a explosión a los espaciosos y cómodos medios de transporte con que contamos ahora. Que pasaría si hoy en día todos contáramos con aviones personales? Y si les dijera que el año que viene lo podrían comprar? Claro que para comprar un SkyCar (http://www.moller.com/skycar ) habrá que contar cientos de miles de dólares, pero como se compara la naturaleza de aquel teléfono móvil con forma “heladerita” introducido por Movicom en los años 80?


Personalmente creo que no tiene sentido resistirse. De hecho no se siente mas libre por no tener celular, dado que eso es una situación que aun teniendo uno se puede lograr sosteniendo la tecla “power” unos segundos. Creo que no tiene sentido desencontrarse con su amigo mientras que aquella persona termina de tomar su 5to. Café en el bar esperando nuestro encuentro porque simplemente “estamos en camino” (pero atrasados). Es hasta injusto. Si el cuenta con la posibilidad de entablar una comuniación en la misma mesa donde toma café, y hasta esta dispuesto a que suene ese horrible sonido para avisarle del hecho de que estamos atrasados! Llamenmé como quieran, pero tampoco encuentro nada de romántico tener que caminar largas cuadras (a veces en climas adversos) para encontrar un teléfono y comunicarme con la grúa cuando mi auto tiene un desperfecto mecánico. Tal vez en otro contexto parezca poético, pero creanme que los suburbios de Avellaneda (donde yo vivo) no tienen nada de ello.

Por ultimo otra cosa curiosa de este fenómeno son los que yo llamo “convertidos”, aquellos que integraban las filas de los desintoxicados de comunicaciones móviles y algún acontecimiento reciente les “abre los ojos” (en sus términos). Son interminables los casos, solo voy a enumerar algunos:

a) “Al final tuve que comprarme el celu el otro día porque ahora que mi señora esta por tener a nuestro hijo no puedo estar desconectado” - rara vez se desprenden de él luego de aquel evento, todo lo contrario, parecen “embobados” cuando le susurran “donde esta papaaa? Donde esta papito?.. Papito esta a 2 cuadras de casa, asi que ya te voy a hacer cosquillas”.
b) “Mi abuelo se descompensó asi que me compré un celu asi me tienen al tanto de lo que pasa en el sanatorio asi veo como puedo ayudar” – por supuesto que después siguen en contacto con las demás personas y lo llevan encima “por si vuelve a pasar algo” y que no sean los ultimos en llegar al hospital como la primera vez.
c) “Me fiaba siempre de que todos alrededor mio tenian celular, como cuando salgo sin reloj y necesito saber la hora, pero ya me cansé, no quería gastar plata en esto pero estoy harto de tener que estar pidiendole a otros” – y ahí es donde se dan cuenta que lo de desintoxicado tenía algo de dependiente y es asi, el sistema esta instalado, estas afuera o estas adentro.

Finalmente y si bien existe una real incitación al consumo y una falsa necesidad de estar comunicado en todo momento y en cualquier lugar en contraposición a “cuando uno lo necesita” hacen que se distorsione la esencia de lo que tenemos en nuestra palma de la mano: un medio de comunicación poderoso sin restricciones fisicas, tal vez demasiado poderoso.

Bueno, ya debo dejar de escribir porque tengo que poner mi teléfono a cargar (aunque eso ya es parte de otro comment).

11:23 p. m.  

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