La casualidad

Me encontraba en Lyon, Francia, de vacaciones. Estaba en la casa de Marion, haciendo uso de la excelente página CouchSurfing, en la cual uno puede alojar a quien quiera y puede ser alojado por quien uno quiera, y el esto no tiene que ser recíproco (aunque generalmente lo es). Ya había pasado por Lille y París. Me quedaban unos seis días más de vacaciones y quería conocer otra ciudad a continuación, Marseille o Montpellier. Así que empecé a escribirle a varias personas de esos lugares, a ver si podían hospedarme.
Pero, oh, la casualidad, y de las malas. Justo esa semana era Pascuas, y además comenzaban las vacaciones de estudios. Eso quería decir que nadie iba a poder hospedar a nadie ya que todos iban a estar de vacaciones en algún otro lado. Y, efectívamente, nadie me dio una respuesta afirmativa.
Lo peor de todo esto es que no tenía otro lugar en donde quedarme. Y a medida que pasaba el tiempo no hacía nada para remediarlo. Porque... siempre tengo la sensación de que todo va a estar bien. De que todo se va a resolver de alguna manera. Es un sentimiento que me viene persiguiendo toda mi vida.
Ese día, el anteúltimo antes de la incertidumbre de mi viaje, una amiga de Marion me había invitado a un espectáculo de Slam: una especie de rap sin música, pero con mucho contenido y significado. Y como me encanta el francés, y como quería estar lo más cerca posible de la vida de los franceses, acepté.
En la entrada la chica que atendía se dio cuenta de inmediato que no era francés, aunque no dijo nada, sólo lo noté por la expresión de su cara. Pedí una cerveza y me fui a sentar a unos sillones. Más tarde llegó Marion y se sentó cerca mío. Y un poco antes otro señor se sentó al lado mío, logrando que yo estuviera un poco incómodo porque me empujaba fuera de los asientos. Al rato me cansé de estar en posición de equilibrio y me fui a sentar al piso, donde nadie podía empujarme.
En una pausa del espectáculo se me acerca la chica de la entrada y me pregunta (en francés, pero traduciré al español): "¿Entendés lo que dicen?". Le digo que casi nada, que algunas palabras. Y, de verdad, hablaban muy rápido. "Es que a veces hasta a nosotros nos cuesta entender, y cómo sé que no sos de acá, me preguntaba..."
Y así nos pusimos a charlar. Me preguntó de dónde era, en dónde había estado y a dónde iría a continuación. Le dije la verdad, que realmente no tenía la menor idea, el problema de Pascuas y las vacaciones de estudios. Y entonces, la casualidad, la buena casualidad: "Ah, bueno, porque si no tenés lugar podés quedarte en mi casa... estoy con una amiga, y dentro de unos días viene mi novio, pero todavía queda lugar para uno más". Pueden imaginar mi cara de sorpresa y felicidad. Le pregunté si me lo decía en serio. Le pregunté si la podía abrazar, y lo hice. Todo se había resuelto, como siempre lo imagino.
Y el haberme quedado en Lyon resultó en otra historia que considero interesante, graciosa o chistosa, pero lo dejó para otro post.
3 Comentarios:
Pues:
1.- Las cosas pasan porque tienen que pasar, ya sea que pasen o no.
2.- Todo pasa por una razón...
3.- Es en Vasco tus demás blogs??
Es en Esperanto. Igual iba a participar en esos blogs pero nunca lo hice.
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