viernes, octubre 14, 2005

Ida y vuelta

Quien por la noche haya caminado entre el pabellón II y el I de Ciudad Universitaria puede dar crédito del siguiente espectáculo. Una calle, de no más de 2 metros y medio de ancho, comunica los dos edificios. En los pastizales, perros callejeros juegan entre ellos y miran a las personas que pasan por ahí... Siempre y cuando no pase un auto. Porque cuando pasa un auto, enseguida la jauría se apelotona en medio de la calle, prácticamente sin dejar pasar al móvil, que debe reducir se velocidad notablemente, y le ladran a coro. Lo hacen de frente, sin miedo, y van siendo empujados de a poco, sin ser tocados, por el vehículo que avanza. Hasta que llegan al final de la calle, momento en el cual la diversión termina para ellos. Pero unos segundos, no más, porque ya se distingue a lo lejos las luces de un nuevo auto, y ellos se largan a correr tras el, para frenarlo, obligarlo a ceder, y ladrar terríblemente.

Y no se cansan, siguen toda la noche. Vayan a verlos.

jueves, octubre 13, 2005

Cosa e'mandinga

Aquí tres historias con celulares. Saquen sus conclusiones.

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Esperando en la estación Belgrano del tren que va de Tigre a Retiro vuelvo a escuchar el ya familiar timbre que anuncia una demora de diez minutos. Cuando finalmente llega y luego de que diez personas, cual buitres, se amontonaran en las puertas como si el destino del viaje fuera la Felicidad, me subo.

Pero el tren no arranca. Y unas luces empiezan a parpadear. Y se escucha un ruido de explosión, y algunas personas se bajan. Me bajo también y veo que sale humo del vagón de adelante. Un señor de la empresa pasa por los vagones anunciando fuego, y por favor bájense todos. Y el espectáculo empieza: a mi alrededor, 8 de cada diez personas se aferran a sus celulares, llaman a sus jefes, a sus amigos, a sus novias, anunciando que hubo un problema en el tren y que iban a demorarse un rato. Y quédense tranquilos, que ya voy para allá. Una señorita mete su cabeza entre unas rejas para hablar, porque el sonido de las demás personas no la deja.

Como si por culpa de una avería en el tren los fueran a acribillar a balazos por llegar 10 minutos tarde. Como si no pudieran contarlo en persona, mientras encienden sus computadoras, mientras dejan el abrigo en la silla, mientras preparan el mate.

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En el noticiero se ve un incendio en el concejo de Córdoba. Se ve cómo llegan los bomberos y se llevan a los heridos. Un hombre explica lo ya harto conocido, que algunas cosas se queman y largan gases tóxicos, que es lo que produce la asfixia. Y en la siguiente escena se ve a un bombero apurando a una persona salir del desastre... ¡mientras ésta habla por celular! Seguro para avisar a sus amigos del desastre que acaba de ocurrir. Seguro porque va a llegar 10 minutos tarde a vaya uno saber dónde. Porque avisar es más importante que salvarse uno mismo.

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"¿Hola? Sí, acá estoy, en el colectivo... Yendo para allá... Un beso, chau."