sábado, abril 25, 2009

Vacío

Recién llego a casa. Son las 5:30 de la mañana. No me siento bien ni mal. Indiferente.

Después de las vacaciones en Europa, y sobre todo en Francia, quedé con muchas ganas de vivir la vida, de disfrutarla a pleno, de salir, conocer gente, pasarla bien. Es por eso que hoy, viernes (¿o ayer?) arreglé con un amigo para ir a un cumpleaños de su amigo. También me acompañaron mi hermano y su novia.

Tomé mucho, había chicas, algunas un poco lindas. Luego de la casa fuimos a un boliche. Podría haber chamuyado a alguna, acariciarla, besarla. Sin embargo no lo hice. Algo faltaba. Y ese algo era un toque de alma. Tantas caras, tantos cuerpos, tantas similitudes y diferencias. ¿Cuál elegir? ¿Qué hacer?

No me decido. Mientras atravieso los pasillos, los salones, rozo las pieles de las muchachas, siento su frío y su calor, me detengo en una mirada perdida, en un corte de pelo, en una remera. En nada más. Y eso es lo que falta. Un poco de espíritu. Alguna vez. Una broma. Una pizca de chispa, de hacerme sonreír. No me gusta ninguna. Pienso que todos quieren una noche y nada más. Yo a veces lo deseo. Y cuando lo tengo al alcance, no sé si lo quiero. Me falta el alma. Eso que me hace desear mil veces más a una mujer. Es algo que no se ve, que se siente. Sin eso no puedo, no quiero.

Y me vuelvo con las manos vacías, y con el estómago lleno de gusanos. Llego a casa, tomo agua, saco los quesos de la heladera y me pongo a comerlos con pan, qué rico. Lo mejor de la noche.

En Francia me acosté con una chica que conocí en un bar, Lucie. ¿Cómo se explica esta contradicción? Hablé con ella. Algunas veces me respondió en español. Tenía ingenio. Frases irónicas. Calor. Carisma. Quizás si hubiera hablado con alguna de estas chicas en este boliche, quizá, habría encontrado eso mismo. Sin embargo conocer a esta chica se dio, yo no lo busqué (explícitamente). Y así las cosas son mucho más lindas.

Quizás estoy loco.

Pero no extraño a Lucie. Extraño a Marie, con quien el contacto del alma fue más produndo...

martes, abril 21, 2009

Hipnotismo

Cada vez que en clases un profesor borra el pizarrón entro en un estado cercano al hipnotismo, sobre todo si el pizarrón está lleno de ecuaciones, teoremas o demostraciones de la clase anterior. Veo cómo a veces despacio, a veces con un poco más de prisa, va borrando lentamente las letras, los dibujos, los garabatos.

Y me hipnotiza porque mi mente se empieza a preguntar qué es lo que va a borrar a continuación. No, seguí para abajo, habría sido más fácil. Ahí te quedó una manchita, ¿la vas a dejar ahí? Seguro eso es típico de una persona desprolija, sí, aunque probablemente inteligente. No entiendo por qué deja algunas líneas o puntos sin borrar. ¿No las ves? ¿No te importa? Yo quiero el pizarrón limpio.

Pero cuando empieza la clase me olvido de todo eso. ¿A alguien más le pasa también, o es que estoy loco?