jueves, junio 25, 2009

Vino

Hay un momento de expectativa. De nervios. De ansiedad. Y de silencio: hay que abrir un vino. A ver quién es el macho que lo abre. También lo puede abrir una mujer, claro, pero tenés que ser caballero.

Y entonces el miedo de que te toquen esos sacacorchos horribles que no proveen ninguna ayuda a la tarea: tirabuzón y nada más. Entonces hay que embocarle al medio del corcho, rezar que éste no se parta y queden pedacitos flotando en el vino. Incluso una vez el corcho fuera, queda el miedo de que un fragmento se cole entre el líquido. Después hacer fuerza para abajo y para arriba, cuidado los ojos, y mirá qué flojo que no lo puede abrir, a ver si Cacho puede.

Me gusta el ruido que se produce en la primer servida: tuc, tuc, tuc, tuc, tuc (cada vez más agudo). Qué lindo es. Lástima que las servidas subsiguientes ya no producen el mismo efecto. Por eso en mi casa tengo muchísimas botellas a medio terminar: la impaciencia por escuchar el ruidito me consume.

Bueno, no estoy orgulloso de este post. Pero sí del vino Gato Negro. Y tenía ganas de escribir.

miércoles, junio 24, 2009

La casualidad

Qué lindo es cuando ocurre una casualidad. Porque es lo contrario a lo que sucede de forma rutinaria y mecánica. Es algo inesperado que, casi siempre, nos alegra el día. Es por eso que hoy les voy a contar una de las tantas casualidades que me ocurrieron en la vida, y una de las que más disfruté.

Me encontraba en Lyon, Francia, de vacaciones. Estaba en la casa de Marion, haciendo uso de la excelente página CouchSurfing, en la cual uno puede alojar a quien quiera y puede ser alojado por quien uno quiera, y el esto no tiene que ser recíproco (aunque generalmente lo es). Ya había pasado por Lille y París. Me quedaban unos seis días más de vacaciones y quería conocer otra ciudad a continuación, Marseille o Montpellier. Así que empecé a escribirle a varias personas de esos lugares, a ver si podían hospedarme.

Pero, oh, la casualidad, y de las malas. Justo esa semana era Pascuas, y además comenzaban las vacaciones de estudios. Eso quería decir que nadie iba a poder hospedar a nadie ya que todos iban a estar de vacaciones en algún otro lado. Y, efectívamente, nadie me dio una respuesta afirmativa.

Lo peor de todo esto es que no tenía otro lugar en donde quedarme. Y a medida que pasaba el tiempo no hacía nada para remediarlo. Porque... siempre tengo la sensación de que todo va a estar bien. De que todo se va a resolver de alguna manera. Es un sentimiento que me viene persiguiendo toda mi vida.

Ese día, el anteúltimo antes de la incertidumbre de mi viaje, una amiga de Marion me había invitado a un espectáculo de Slam: una especie de rap sin música, pero con mucho contenido y significado. Y como me encanta el francés, y como quería estar lo más cerca posible de la vida de los franceses, acepté.

En la entrada la chica que atendía se dio cuenta de inmediato que no era francés, aunque no dijo nada, sólo lo noté por la expresión de su cara. Pedí una cerveza y me fui a sentar a unos sillones. Más tarde llegó Marion y se sentó cerca mío. Y un poco antes otro señor se sentó al lado mío, logrando que yo estuviera un poco incómodo porque me empujaba fuera de los asientos. Al rato me cansé de estar en posición de equilibrio y me fui a sentar al piso, donde nadie podía empujarme.

En una pausa del espectáculo se me acerca la chica de la entrada y me pregunta (en francés, pero traduciré al español): "¿Entendés lo que dicen?". Le digo que casi nada, que algunas palabras. Y, de verdad, hablaban muy rápido. "Es que a veces hasta a nosotros nos cuesta entender, y cómo sé que no sos de acá, me preguntaba..."

Y así nos pusimos a charlar. Me preguntó de dónde era, en dónde había estado y a dónde iría a continuación. Le dije la verdad, que realmente no tenía la menor idea, el problema de Pascuas y las vacaciones de estudios. Y entonces, la casualidad, la buena casualidad: "Ah, bueno, porque si no tenés lugar podés quedarte en mi casa... estoy con una amiga, y dentro de unos días viene mi novio, pero todavía queda lugar para uno más". Pueden imaginar mi cara de sorpresa y felicidad. Le pregunté si me lo decía en serio. Le pregunté si la podía abrazar, y lo hice. Todo se había resuelto, como siempre lo imagino.

Y el haberme quedado en Lyon resultó en otra historia que considero interesante, graciosa o chistosa, pero lo dejó para otro post.

martes, junio 16, 2009

Caminar

Noto que mucha gente no camina lo suficiente. Al parecer es muy importante para la salud, como lo explica este post.

Pero no sólo eso: ¡es divertido! Sobre todo si el clima acompaña, uno siente el aire en la cara, uno se siente vivo (y no encerrado en un auto o en un colectivo), uno puede ver los árboles, el cielo, la gente; distenderse, pensar en cosas, escuchar música. ¡Muchísimas cosas!

La gente elige no caminar porque yendo en auto, en subte o en algún medio de transporte es más rápido. A veces lo hace para no caminar veinte cuadras, o quince. ¡Terrible! ¿Cuánto puede demorar uno en hacer ese recorrido? A lo sumo 20 minutos, o 30 minutos. ¿Es tanto tiempo de nuestra vida para no poder desperdiciarlo?

Me parece que no. Analicemos mi vida, por ejemplo. Todas las mañanas camino unas 15 cuadras hasta la estación de tren, y luego desde la otra estación de tren hasta el trabajo una cuadra. Cuando vuelvo camino las 15 cuadras de vuelta. Si voy a la facultad vuelvo en colectivo y tengo la opción de bajarme antes y caminar más, o bajarme después y caminar menos. Generalmente elijo bajarme antes. Al final del día siento que necesito distraerme de todo, y una buena caminata sirve mucho para eso.

¿Y todo eso me quita mucho tiempo? No. Me queda tiempo para trabajar, estudiar, tocar la guitarra, charlar en francés o Esperanto. Hace unas semanas empecé canto. Tengo un par de proyectos en internet y un blog. Estoy suscripto a una lista de correo, la cual leo frecuentemente. Salgo con amigos o voy al cine o a bailar. Escribo casi todos los días en una agenda personal online. Y creo que eso es mucho más que otras personas que no caminan tanto como yo. ¡Así que no digan que caminar es perder el tiempo!